top of page

Vivir vs. Sobrevivir

  • Paola Cortés
  • 3 abr 2017
  • 4 Min. de lectura

Pasan los días, parecen ser todos iguales, uno tras otro ofreciendo el mismo menú que comienza a causar “indigestión”…y de repente, la rutina se apodera de nosotros y nos hace creer que la vida es eso, que sólo se trata de sobrevivir. Comenzamos a convencernos de que en esa vida rutinaria y estresada no hay lugar ni tiempo para nuestros sueños, ni para el disfrute y mucho menos para la valiente tarea de conocerse a uno mismo y crecer espiritualmente. Existen personas que creen firmemente que lo importante es trabajar, tener solvencia económica y seguridad, ser feliz “es cosa de películas o sólo pasa en las novelas”. Si bien es cierto que tener algo de dinero en el bolsillo ayuda, no es lo esencial para encontrar el sentido de VIVIR en esta vida.

Reflexionar un momento sobre ¿Qué es vivir? espiritualmente hablando, nos lleva directamente a plantear otras preguntas…¿Qué es lo que realmente me gusta y disfruto? ¿Cómo podría ser feliz? ¿qué me falta? Claro que todas estas preguntas corresponden a la mente, que como siempre nos envuelve en un juego de preguntas y respuestas que se vuelve interminable. Es constructivo comenzar por reflexionar sobre estos temas ya que abren puertas hacia el interior de cada persona pero también se ha de tener en cuenta que es mejor no caer y estancarse en este juego por mucho tiempo. Las preguntas son el impulso que se necesita para ir más allá de lo conocido, para conocer y profundizar en el camino que se recorre, cuestionar aporta un gran crecimiento y la duda es el disparador ideal para centrarse en uno mismo y discernir sobre qué es lo que merecemos y lo que elegimos para construir nuestra propia realidad.

Muchas veces pasa que nos invade la sensación de no estar concretando nada de lo que alguna vez nos propusimos, nos vamos dejando llevar por la corriente, sintiendo que todo lo que hacemos es “a medio pelo”…Perdemos la visión de nuestros sueños, como si lentamente, aquellos que alguna vez quisimos hacer la diferencia, nos estuviéramos entregando a ser igual al resto. Y la pregunta es…¿cómo ser diferente? Siendo uno mismo, claro. Naturalmente cada persona es un ser único e irrepetible, por lo tanto ¡no hace falta más! Pero eso nos lleva a peguntar…¿quién soy yo realmente? Más allá del nombre, sexo, o rol que cumplimos en la familia o en la sociedad. ¡Vaya pregunta! Si fuera tan fácil responder, no estaríamos en este escollo! Y ¿Cómo conectar con el verdadero disfrute de la vida mientras intentamos conocer quién somos en realidad?!! Puede sonar hasta contradictorio, cómo disfrutar cuando se está llevando a cabo semejante tarea…sin embargo, ahí está la clave. Disfrutar de conocerse a sí mismo, de destapar el velo que nos impedía vernos tal y cómo somos esencialmente.

Cuando caemos en la rutina y olvidamos la belleza de las cosas simples, comienza a faltar el aire…pensar en la vida nos oprime el pecho y nos consume. No hay tiempo para sentir, porque estamos muy ocupados pensando cómo resolver o controlar aquello que con frecuencia es inevitable. Nos contenemos, nos cuidamos de no exaltarnos, pretendemos ser “medidos” porque siempre estamos esperando la caída. En algunos casos no tomamos riesgos por temor a ser juzgados, a equivocarnos. Olvidamos qué se siente hacer algo con verdadera pasión, con decisión y convicción. Pasamos tanto tiempo pensando y calculando cómo debería ser todo, que más tarde o más temprano, perdemos el contacto con lo que la piel y las lágrimas quieren expresar…

Pueden pasar muchas cosas a lo largo de la vida, y definitivamente son muchos los estados por los que pasamos a lo largo de los años e incluso en un solo día. Es necesario que así sea, somos Seres Humanos y crecemos en base a las experiencias que atravesamos. Resulta clave no dejarse amedrentar por los estados de la mente…sí, hay que atravesarlos pero sin olvidar qué es aquello a lo que aspiramos, la paz, la plenitud, sentir la vida. Ese estado no se alcanza reprimiendo, negando o “no sintiendo”. Aceptar lo que hay, sentir, nos hace conocernos, reconocernos de afuera hacia dentro hasta llegar al fondo del Ser. No se puede acceder a ese espacio sagrado sin antes haber vivido cada parte del camino que lleva a ese lugar. Es decir, a veces es necesario sentir el desasosiego, la apatía por la vida, para realizar las preguntas indicadas que nos pongan de nuevo en carrera para poder ir más profundo. En el viaje hacia el encuentro con el Ser no hay ecuanimidad, es un camino arduo, de muchas lágrimas pero también de risas y regocijo. Sentir intensamente, aceptar lo que Es y arriesgarse a co-crear la realidad que esperamos para nuestro mayor bien y el de todos los Seres.

Bastará con sacudir el desencanto del cuerpo, soltar el control que nunca tuvimos, sentir sin culpas y dejarnos Ser en el presente. No nos van a cobrar impuestos por eso. Debemos recordar que como dicen “lo barato sale caro”. El camino de no sentir parece el más “económico”, el menos perjudicial para el bolsillo de la mente, pero a la larga, la vida pasa factura y la deuda se carga vida tras vida.

Comments


Entradas destacadas
Vuelve pronto
Una vez que se publiquen entradas, las verás aquí.
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square

© 2023 by Name of Site. Proudly created with Wix.com

bottom of page